Corazón Grande

W había recibido una llamada de parte de su esposo, diciendo que al salir del trabajo pasaría comprando algo al supermercado. Ella le pidió que no fuera a tardarse mucho, pero sabía que J siempre hacía lo mismo. Le gustaba caminar y dar vueltas por los pasillos, todo sea por escuchar la notificación de su teléfono diciendo que había alcanzado el número de pasos requerido para ese día. Así que haría algo para evitar que J regresara tarde ese día. Era muy importante para ella que así fuera y él lo sabía, se lo había aclarado en la llamada.

Decidió entonces salir a encontrarlo en el supermercado. Pensó que no era muy lejos ya que J realizaba ese recorrido muy frecuentemente por lo que no supondría un problema para ella. Salió de casa y emprendió el camino. Fuera del pasaje dónde vivía encontró a una vecina y una plática casual la entretuvo, aunque no era lo planeado, siempre tenía tiempo para una conversación con alguno de los vecinos.

W llegó al supermercado con varios minutos de retraso. Por suerte para W al entrar al supermercado y ubicar a J, lo vio titubeando frente a las cajas. J no la vio. Estaba absorto viendo las pantallas frente a las cajas. Esto le pareció curioso a W, pero no lo suficiente para poner mayor atención. W apresuro el paso y llegó al pasillo donde estaban las reposterías, panes endulzados, unos con azúcar, otros con jaleas y lo que ella buscaba. Pasteles. J no lo compraría y ella debía llevarlo.

Pensó en N, y en A. Estaban solos en casa, pero no sería por mucho tiempo. W estaba feliz por N, había conseguido uno de los mejores logros en su corta historia académica. Una nota extraordinaria, la única de su clase de música. Un logro que solo N podría conseguir, en palabras de W. Estaba orgullosa y sin duda J lo estaría.

W apresuró el paso para tratar de alcanzar a J, pero un curioso personaje parado frente a las cajas le llamó la atención. Era un hombre guapo a su parecer. Vestido con lo que parecía un traje de otrora, muy elegante para realizar compras en un supermercado. Parecía fuera de lugar. Le recordó mucho a su abuelo un hombre que en su vida había sido visto vestido de forma informal. Incluso en su casa siempre estaba con su traje. Pensó que era muy joven para estar vestido así, ahí, en estos tiempos.

Recordó en ese momento que J había estado justo ahí donde ella estaba, parado, titubeando y viendo las pantallas. Quedó por unos instantes pensativa, no entendía lo que pasaba. Aquel hombre guapo estaba ahí, pero no aparecía en las pantallas. Su respiración comenzó a acelerarse. Su corazón bombeaba sangre de forma más rápida. Era lo más parecido a una taquicardia. Al menos así lo creyó ella. Dejó el pastel en el suelo. J ya había salido. Algunas personas a su alrededor vieron como un pastel había abandonado en el suelo frente a las cajas, pobre pastel indefenso. A merced de la muerte había escapado de ser devorado por los vivos.

W llegó al parqueo y vio como J no apartaba la mirada de un punto en el vacío, su memoria no hizo más que recordar al hombre guapo con ropa de otros tiempos. Vio como J caía al suelo y no pudo hacer nada para remediarlo. Cuando llegó, tomó a J por un brazo y J trató de meter -en vano- su mano a uno de sus bolsillos. W vio al hombre parado junto a ellos.

Este hombre solo ofreció unas palabras de consuelo a W: pronto será tu turno, toma esto como una nueva oportunidad, has que tu vida valga lo que te costará y esbozó una sonrisa condescendiente.

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