Memorias I



Ese día le dije a mi padre, que quería ir a casa temprano. Me pregunto si tenía para el pasaje, dije que sí, aunque en realidad era todo mentira; no tenía ni una moneda en mis bolsillos. No sé bien el porqué o la razón que me preparó para mentir a mi papá, pero era como si quería probar a mi mismo de lo que era capaz de hacer por verla. Ese día caminé un largo trecho, bueno eso pensé yo. Fueron unos 4.1 Km, lo he verificado en Google Maps y recuerdo que me tomó poco más de una hora llegar a la colonia. El punto fue que probé que podía hacer algo por ella. Mi único objetivo era verla, saber que estaba ahí, cerca de mi. Muchas veces subí y bajé el «primer pasaje» de la colonia, solo para pasar frente a la casa de un muy buen amigo. Ahí vivía ella, era su tía; aunque yo no lo sabía. Creo que para mi amigo era evidente que algo pasaba. No era normal que yo a mis 12 años me paseara tan seguido frente a su casa, muchas veces silbando, solo para hacerme notar, para que ella supiera que estaba ahí.

Recuerdo esa navidad muy bien, estoy seguro que jamás me enamoré así de otra mujer. Era de cabello no muy largo, un poco lacio un poco ondulado, algo así como una mezcla de la gracia de ambos tipos de cabello, pero que se yo de cabelleras, solo sabía que se veía hermosa con su pelo castaño oscuro y unos ojos marrones achinados. A mis ojos su rostro era simétrico, la forma más perfecta que existía en el planeta, en el universo visible y el no visible.

Siempre fui demasiado tímido, así que supondrán bien, se me hizo bien difícil poder acercarme a ella. Lo que siempre quise fue que ella me notara, que me viera ahí haciendo malabares con cualquier cosa; que supiera que lo hacía por ella. En una ocasión entré a la casa de mi amigo, pero él no estaba, solo estábamos ella y yo y como deben imaginarse no pude articular palabra alguna, mis labios estaban sellados. Ahora que lo pienso, pues... me causa mucha risa. Era solo un niño. Ella era mayor que mi, dos años. Lo que me enteré años después fue de su fecha de nacimiento y esa es otra fecha que nunca olvidaré.

En una ocasión estaba ella con un grupo de amigas, creo que habían bebido algo, porque se reía de forma extraña y yo la ví ahí, sentada, con una camisa blanca, ya pasaba la media noche, así que me escapé de casa, salí por la segunda planta, mis padres dormían y mientras yo me escabullía bajando por un costado de la casa al que no pude volver a subir después. Recuerdo perfectamente sus palabras: «Lo que más me gusta de vos son tus ojos y tus labios chiquitos».

Antes de irse, me dio una carta, hecha con su puño y letra, con un sin fin de grapas. Fue difícil quitarlas, pero cuando lo hice ya era demasiado tarde, ella se había ido, regresó a su ciudad natal y no volví a verla en muchos años. En la carta me pedía un beso, un beso que no pude darle, hasta muchísimo tiempo después. Quería que nos viéramos a solas en algún lugar. Por alguna razón que no logré comprender creo que sentía pena por querer darnos un beso. Cometí el error de no abrir esa carta hasta que ya se había ido de mi.

Mi padre tuvo la idea de vender gorras bordadas de muchas cosas entre las cuales habían unas con los signos zodiacales. Se imaginaran lo que hice. Claro, hurte dos. y se las regalé a ella. Tauro y Sagitario. Las gorras eran de un negro azulado o azul negro, yo que sé, y tenían bordados los símbolos correspondientes a los signos zodiacales. Yo andaba una de los Chicago Bulls. 

Transcurrió un mes y algunos días más de enero de 1995. Fueron los primeros días de los mejores años de mi vida. Un mes después recibí una llamada telefónica, por supuesto que no fue a un teléfono celular, era el teléfono fijo de la casa. Era ella. Su primera pregunta fue: «¿No leíste el papel que te dí?» Se preguntarán ustedes cual fue mi respuesta: «no». No necesitaba una razón para no haberlo hecho, sabía que esa carta era el final de todo. Lo que no sabía era lo del beso. La leí justo después de colgar la llamada. Me arrepentí de no haberlo hecho antes, hubiera tenido sus labios pegados a los míos, por un par de segundos cuanto menos.

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