Panteista VII

 
Otra vez me quedé con los brazos listos para abrazarte, para sentir tu cuerpo. Me quedé con las palmas de mis manos esperando acariciar tus mejías y las yemas mis dedos no pudieron acariciar tus labios. Mi corazón se volvió a romper y no sabía que se podían hacer pedazos más pequeños.

Ya no puedo ni con el peso de mi cuerpo. Siento que estoy perdido en el limbo, como la luz que refleja la luna antes del anochecer, que no se mira, que está opacada por la brillantez del sol, pero se bien que lo intenté, lo intenté y creo que eso es algo.

Que más hubiera querido yo que poner mis labios lo más cerca posible de los tuyos y que la distancia que los separara fuera de un átomo y que por las leyes físicas se atrajeran.

He llegado a pensar en que me voy a quitar el corazón, no creo que me ayude en nada, pero por algún lugar hay que empezar a olvidar. Daré un beso al viento y que sean las corrientes de aire que nos unen las que se lo lleven porque yo no podré tener la dicha de dártelo.

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