HNL



H se encontraba viendo la televisión. Veía las noticias. Tenía en sus piernas a su hija de 8 meses. N. N tenía su pequeño dedo gordo dentro de su boca, cabeceaba por el sueño, pero no quería dormir, hacía un esfuerzo enorme, para estar ahí, con sus redondos ojos color café abiertos de par en par, titilando a ratos y sopesando su cabeza de un lado para otro.

H estaba atento a los movimientos de N, la cambiaba de posición, de una pierna a otra, mientras trataba de poner atención a las noticias. A lo lejos escuchaba la voz de la presentadora, mientras veía imágenes de políticos hablando lo que para él eran tonterías. Un golpe en la ventana le distrajo. Dirigió su vista a la ventana, pero no vio nada. Cargo a N en brazos, mientras se levantaba. Caminó hacia la puerta sin la intención de abrir, si no más bien la de escuchar. Era un golpe extraño y no lo había escuchado antes.

Cuando H llegó a la ventana, asomó la mirada mientras movía la cortina y con un movimiento con el otro brazo se acomodaba a la pequeña N. Le pareció ver a la vecina caminando de forma errática. Como si tuviera un problema con sus piernas. Dudó en abrir la puerta. Algo lo detuvo, un presentimiento o una corazonada, el instinto de que algo andaba mal con L. H no abrió la puerta. Decidió volver a sentarse. Regresó. Mientras se sentaba, acomodó a N en su brazo izquierdo y tomó el biberón con leche tibia para inmediatamente llevarlo a la pequeña boca de N. Otro golpe en la ventana seguido de uno en la puerta. Le pareció más extraño aún. Su vecina nunca le hablaba, mucho menos tocaría su puerta.

H dejó a N en la cuna, volvió a poner el gorro en la pequeña cabeza de N, la acostó y le cerró el zipper a la cuna. Con N acostada en su cuna, tendría ambas manos libres para poder ocuparse de la puerta. H caminó hacia la ventana con la intención de ver nuevamente. Movió la cortina y su mirada se detuvo en la espalda de L. Algo estaba mal con ella, era definitivo. Su camisa estaba rota, como si se hubiera rasgado, como si se hubiera quedado atorada en alambre de púas. Más extraño le pareció la hora. Eran las 21:46. Las noticias ahora tenían la sección de deportes.

H ahora dudaba en abrir la puerta, sin embargo la abrió. El ruido de la chapa abriéndose y el rechinar de la puerta hicieron que L girara el cuello de forma extraña, como torcido e inclinado hacia un lado, mientras su cuerpo temblaba de una forma peculiar. La reacción de H fue la lógica, cerró la puerta con fuerza. Dos segundos después, el rostro de L estaba en la ventana, pero su aspecto era otra cosa, tenía un agujero en uno de sus pómulos. Se podría jurar que se veía un muro al otro lado del cráneo de L. Mientras un ojo parecía desparramarse con cada espasmo que hacía su cuerpo, como colgado de un lazo que colgaba desde dentro de su cuerpo.

N se despertó por el fuerte ruido de la puerta al cerrarse. Un llanto comenzó a llenar la sala, el sonido de la televisión fue sustituido por los gritos de N. H abrió el zipper del mosquitero y levantó a N con un brazo mientras le tapaba la boca con la otra. Sabía que no era la mejor forma de hacer callar a un bebé, pero según él no tenía más alternativas. El ruido de un cristal que se hacía pedazos en el suelo le hizo girar la mirada. Era L que tenía una mano en la ventana, haciendo movimientos como queriendo agarrar algo de forma angustiosa. H pensó que era un mal sueño, una pesadilla. Eso no podía estar pasando.

N no dejaba de llorar, H comenzaba a desesperar. No sabía qué hacer. Resolvió salir de su apartamento, así que llenó una mochila con cosas de N, recordó los consejos de su madre, tener una pañalera lista, siempre. Refunfuño y se puso la mochila en la espalda y abrió la puerta. Echó a correr mientras L se giraba para seguirlo. Se dirigía a su vehículo. El parqueo estaba en el sótano y él estaba en el tercer piso. No pensó en tomar el ascensor, no parecía lo más lógico, había visto muchas películas y la Ley de Murphy le decía que no lo hiciera. La versión pesimista: «Si algo malo puede pasar, pasará». Aunque no esté clara la versión original podríamos decir: «Todo lo que puede suceder, sucede».

H sacó las llaves de su pantalón. Le temblaban las manos y quizá apretaba más de lo debido a N. Abrió la puerta y trató de acomodar a N en el asiento para bebés en los asientos traseros. Miraba desesperado por la entrada del parqueo. No quería ver a L corriendo hacia el mientras aún estaba asegurando el cinturón en el cuerpo de N. Cerró la puerta de forma violenta y N no paraba de llorar. Corrió a la puerta delantera, el timón estaba del otro lado. Quedó de espaldas a la entrada del parqueo. Al abrir la puerta del vehículo sintió un alivio en el pecho. Hizo un movimiento con su cuerpo para dar espacio al giro de la puerta y poder entrar.

H sintió la mano helada de alguien. Le tomó por sorpresa. L estaba agarrando el cuello de H y lo mordió. H se giró y vio sangre en su camisa blanca. Empujó a L al suelo. Sacó algo pesado del baúl del vehículo, la mica, y la estrelló varias veces en el cabeza de L. El cuerpo de L dejó de moverse. Ya no había vuelta atrás. Dejó a N dentro del vehículo con las ventanas casi cerradas por completo. No podía hacer más. Unos gritos extraños se escucharon en el parqueo de los apartamentos. H se dejó caer contra otro carro de una empresa cuyas letras de su logo eran HNL.

Comentarios

  1. Inspirado en Walking dead, zombie land y tantas otras, excelente adaptación, no me aguanto por leer el siguiente episodio

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  2. Muy buena. Excelente trama, suspenso ¡Angustiada por N! En espera de la continuación.

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  3. Muy bueno, la verdad deja con intriga...

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  4. Muy buena, espero y subas otros episodios

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